viernes, 28 de octubre de 2011

Alas





El otoño. El silencio, algún ladrido a lo lejos.
El otoño, ¡ay! la soledad y la luz del sol
que oblicuamente cae por entre las piedras,
las sombras largas, las tardes muertas.


Hay un árbol en el llano, tembloroso,
temeroso ante la cercanía del invierno.


Y en mi mente está otra vez presente 
aquella silueta ultrajada, abandonada.
Otra vez se aposta entre la niebla:
el pelo largo, las ansias, secas.


Y la soledad como su única compañera:
fiel, implacable asesina. Cruel, intangible

                                                    [amiga.


Hay un ave que vuela arriba en lo alto
¿En dónde se quedaron mis alas?
Otra vez mi piel se seca, seca, quebradiza
hoy, de nuevo mi piel se muestra yerta.


(Que la soledad es hiedra mala,
que es la soledad amarga hierba).


Que otra vez aquí me encuentro
jugando con elipses e ironías;
que otra vez se me agota la esencia
¿En dónde estarán mis alas?


¿Quién vendrá a cautivarme el alma?

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