miércoles, 29 de febrero de 2012

Pensar

Y pensaba, mientras miraba tus ojos -los ojos más hermosos que haya visto en la vida- y me sentía flotar, que soy probablemente el hombre más afortunado que haya nacido en este o cualquier otro mundo. 

Y pensaba, mientras tu mirada se posaba en mis labios y veía los tuyos -labios de miel, labios de azúcar, dulzura sin par- acercarse, que quizá no exista nada mejor, ni la luz cansina del sol en otoño, ni el azul del cielo en primavera, ni siquiera el viento cálido en las tardes de verano, o la lluvia que cae y trae la vida al universo.

Y pensaba, mientras tu boca besaba la mía y mis manos se aferraban a tu cintura, que no puede haber felicidad comparable a tu compañía, ni sinfonía mejor que tu risa espontánea, alegre y franca, más hermosa que el trinar del ruiseñor.

Pensaba entonces, mientras te acercabas a mi y mis brazos te rodeaban, que no hay refugio ni cura ni mayor consuelo que tus caricias, tu mano en mi pelo y tu amor.

Y descubría, al inhalar tu aroma, al besar tu piel, al sentirme lleno, rebosante de ti, de mi, de nuestro mundo que nace y que crece y se expande día a día, llenándose de nuestro mutuo amor que alcanza las estrellas, que lo que siento por ti nadie más lo podrá igualar, y nunca en el mundo habrá amor comparable al que existe entre tu y yo.

Porque me has enseñado que el mundo es un lugar amable, y he aprendido que se puede confiar, creer y amar. Y tus besos son como la lluvia que trae la paz a mi mente, a mi cuerpo, y mi amor se recupera y florece una vez más, y mi piel que se hiciera de papel ha podido sentir tus caricias, y vuelve a correr la vida, la adrenalina y la pasión por mis venas cuando dices mi nombre, brinca mi corazón hasta salirme del pecho por pura alegría, y bien dice la canción que mi mente se tranquiliza al descubrir que le has dado una razón a mi vida. 

Te amo. En toda la extensión, sentido y alcance de la palabra.
Te amo.
Más que al Sol.
Más que al Cielo.
Como a la vida.


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